“Cómete la cena te hará bien y te dará musculo”, fue la expresión que la madre le decía a aquel pequeño de unos 5-6 años, de aquel niño con una expresión inocente al que respondió a su madre: ¡No la necesito!, inmediatamente se quito su camisa y le mostro sus músculos que tenía (que obviamente no los poseía) ya que su cuerpo delgaducho mostraba todo lo contrario. Pareciera una escena graciosa e inocente que vi el día de anoche en un programa de esos pequeños videos “graciosos” que al final de este fue el que ganó llevándose un buen premio de $10,000. 00 Dólares. Leyendo la palabra del Señor el día de ahora, lo que viene a mi mente es ese corto video y cómo la expresión de aquel pequeño a la invitación de la madre al que aquel delgaducho y pálido niño contesto arrogante y desafiantemente: “¡No la necesito!”. Pareciera que es la misma expresión que el pueblo de Dios le dijo al Señor cuando este lo único que le ofrecía era su respaldo, su resguardo, su bondad y su misericordia, lo único que Dios anhelaba es que a su pueblo, a sus hijos y a los hijos de este les fuera bien, que todo caminará de la mejor manera para ellos, que fuesen un pueblo estable, bendecido y referente a las demás naciones de la tierra. Dios siempre estaría para ellos en cuanto lo que necesitaban, y esto lo dice mejor el verso 1,(BLS) “Dios dijo: «Yo he salido al encuentro de gente que no me buscaba; a un pueblo que no me había llamado, yo le dije: “Aquí estoy”. Dios siempre estará para aquellos que le buscamos, para aquellos que le anhelamos, por aquellos que saben que necesitan de Dios y que necesitan a Dios, Dios dice: “¡Aquí estoy yo!, esta era le expresión de Dios para su pueblo, para su hijos, para aquellos que en ese preciso momento su condición no era la mejor, ya que muchos de ellos estaban en el cautiverio, para ellos y para todo Dios les decía y nos dice: “Aquí estoy”, y aun y a pesar de sus yerros y desenfrenos, él estaría dispuesto a perdonar su pecado y su rebelión (v.2-4). Este era el inicio del camino de la restauración que Dios ponía para su pueblo, dicho camino estaba dispuesto y listo para ser transitado, era el camino de un nuevo comienzo, de un nuevo amanecer, de un tiempo de restauración que tan necesario así como para ellos en ese momento, también lo es el día de hoy para nosotros. Este día es buen día para hacer un alto de cómo estamos llevando nuestras vidas, hacía dónde la estamos dirigiendo , sobre que estamos caminando y como será nuestro final. La invitación de Dios es la misma para usted y para mí el día de hoy: Aquí estoy. Cómo dije el camino esta dispuesto, pero inicia este con un camino de confesión (ponernos de acuerdo con Dios, hablar el mismo lenguaje), con una actitud de humillación, reconociendo que le necesitamos, que necesitamos urgentemente la intervención de Dios en nuestras vidas, que necesitamos que Dios sea el primero en nuestro pensamiento y prioridades, con una mente abierta a la palabra de Dios, que sea ella la que transforme y haga los cambios necesarios en nuestras vidas. (Heb 4:12), un camino de santidad, de resguardar nuestras vidas de todo lo que es impuro y contrario a Dios. Todos necesitamos esto, el joven, el adulto, el mayor, el niño, todos. El pueblo de Israel lo necesitaba, pero sorprendentemente la respuesta de ellos fue: “No se metan con nosotros” (v.5), es la misma respuesta que la del niño desafiante a la invitación de su madre: No la necesitamos, es una respuesta que indica soberbia, arrogancia, orgullo , sobre estima, etc., Se creían tan santos y especiales por ser el pueblo elegido de Dios, pero le daban la espalda a este, despreciando con su actitud no a la invitación del viejo profeta como lo era Isaías en ese momento, era el desprecio a la invitación de Dios, al llamado de Dios, a la bondad de Dios para ellos, un llamado a hacer los ajustes necesarios en sus vidas, pero ellos no quisieron, por tal motivo el Señor les hace ver que tendrían su recompensa (y no se trata de Dólares), Dios les dijo: (v. 5b-7ª,BLS): “Pero son un pueblo tan molesto como el humo en las narices, como un fuego que arde todo el día. Por eso llevo la cuenta de todo lo que hace, y no me quedaré callado, sino que le daré su merecido. Castigaré a este pueblo por todos los crímenes que ha cometido. Me ofendió grandemente”. Ellos tendrían su recompensa y a la luz de los siguientes versos (8-16) el Señor hace una diferencia de cómo sería los que decidieron por él y los que no, de los que tomaron en cuenta a Dios y los que no, los que decidieron depender de él y los que no. Los que decidieron por él, tendrían: provisión, alegría, felicidad, gozo, vida, serían honrados, bendecidos y prosperados y los que no tendrían necesidad, tristeza, espada, muerte, vergüenza, dolor, serán humillados y limitados. En nuestras manos está la respuesta a la invitación de Dios, recuerde, él está dispuesto para usted y para mí en este día él nos dice: “Aquí estoy”.