Estos versos tienen tanta relevancia el día de hoy como lo tuviese al ser dicho por el profeta Isaias en su momento para el pueblo de Dios (Israel) retornando a su tierra despues 70 años de su cautiverio en Babilonia y como su rey sería humillado (v.3-23, se hace a través de un proverbio, dicho o canto que se cumplría en el imperio Babilonico), habla de aquellos extranejeros que se añadirían al pueblo de Dios. Esta es la connotación a la que queremos hacer referencia La intención de Dios era que a través de su pueblo fiel, el mundo entero recibiera bendición (Gén. 12:3). Hay muchos pasajes de la palabra del Señor que nos hacen ver como Dios pretendió que el pueblo de Israel fuese el instrumento para dar a conocer su gloria, su poder, su amor, bondad y misericordia como muy bien él lo expresó en (Deut. 4:6) “Guardadlos, pues y ponedlos por obra (sus mandamientos), porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta”. El objetivo de Dios era siempre alcanzar al “extranjero” al que no era pueblo, que no era de su descendencia a que llegase a formar parte de este, como muy bien lo dice el verso 1: “y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Dios”, que hermosas palabras de parte de Dios, esas palabras que hoy nosotros podemos evidenciar y testificar en nuestras vidas así como lo vivieron muchos en ese tiempo y que la palabra nos testifica como Rahab la mujer prostituta de Jericó que llegó a formar parte del pueblo de Dios (Jos. 6:25), así como lo vivieron los Gabaonitas (Jos. 9), así como lo vivió Rut siendo Moabita, a Ciro se le conoce como un rey ungido por Dios, la generación de Nínive a la que llevo el mensaje el profeta Jonás dice la Biblia que se arrepintieron (Jon. 3:8), el Señor les perdonó y se arrepintió del juicio que vendría sobre ellos, en el nuevo testamento vemos como otras personas al inicio de la proclamación del evangelio se convirtieron como Cornelio, los prosélitos de hechos 2, el endemoniado de Gadara, la mujer Samaritana, entre otros. El apóstol Pablo habla de eso en sus cartas, por ejemplo en (Rom. 3:29) pregunta: “¿Es Dios solamente de los Judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles”. Es claro lo que la palabra nos habla en este verso, Dios no era exclusivo del pueblo de Israel, la intención de Dios era que el pueblo de Israel fuese el instrumento como ya lo hemos mencionado para dar a conocer su salvación a través de él y que los demás pueblos conociesen al verdadero Dios. En (Efe. 2:11-22) el apóstol Pablo hace un esbozo de lo que estamos hablando, de cómo los gentiles fuimos injertados (Rom. 11:24) al buen olivo, o sea, al pueblo de Dios, cuando ni las promesas, ni los pactos aplicaban para un pueblo gentil, al ser incluidos hoy tenemos parte en ello, ya que de los dos pueblos (Judíos y Gentiles, los que no lo son) hizo uno solo, de cómo un pueblo gentil estaba en su peor condición: (v.12) Sin Cristo y sin esperanza, pero ahora al llegar ser pueblo de Dios (v.13) tenemos un salvador, un redentor, y por ende esperanza, gozando de bendita paz que solamente en Cristo se puede tener y disfrutar (v.14-15) aboliendo y derribando todo aquello que nos separaba o por decirlo de alguna manera nos limitaba para poder acercarnos a Dios y alcanzar salvación, hoy (v.16) hemos sido reconciliados, hemos vuelto a la amistad con Dios, al haberla perdido por nuestra desobediencia y pecado y en esa reconciliación alcanzamos justificación (declarado sin culpa, Rom. 5:1), hemos sido incluidos y tenemos entrada al mismo Padre Dios (v.17-18), así que ya no somos extraños ni extranjeros, sino que conciudadanos de la comunidad de la fe y miembros de la familia de Dios. Que gran bendición que en la mente de Dios siempre estuvimos incluidos, ¡Gracias Señor por tu gran misericordia hacia cada uno de nosotros! Por ello al final de los tiempos cuando estemos delante de aquel que lo hizo posible Cristo Jesús, estaremos honrando y alabando su gran y bendito nombre porque por su sacrificio perfecto nos acercó al trono de Dios y ese día estaremos millones de millones de toda tribu, lengua y nación, todos como un solo pueblo, lavados por la preciosa sangre de Cristo Jesús gozando de eterna comunión con nuestro Dios por los siglos de los siglos (Apo. 7:9-17). Pero al mismo tiempo hoy como pueblo de Dios tenemos esa misma responsabilidad de seguir dando a conocer ese gran amor que nos alcanzó y que nos cambió, hoy en día hay mucho gente que no es pueblo y que necesitan ser incluidos a nuestra comunidad, es nuestra tarea, es nuestra responsabilidad (Hec. 1:8). Nuestro Señor Jesucristo lo dijo de esta manera: (Jn. 10:16): “También tengo otras ovejas que nos son de este redil, aquellas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor”, ellos también necesitan conocer de este pastor y ser incluidos al redil como un día lo hicimos nosotros.