14 Oct
El Dios de las naciones.

En estos últimos días he tenido el tremendo privilegio y honor de conocer y celebrar con diferentes hermanos de distintas nacionalidades, hemos cantado juntos, hemos predicado juntos la palabra de Dios en NY, Maryland, Virginia y ha sido un tremendo gozo celebrar y hablar de aquel que ha hecho grandes cosas por nosotros: Entre ellos  Dominicanos, Cubanos, Portorriqueños, Guatemaltecos, Mexicanos, Nicaragüenses, Hondureños, Estadunidenses, Panameños, Colombianos, Peruanos, Argentinos, Bolivianos, entre otros y por su puestos más salvadoreños que en todo lugar que he ido me encontrado no con pocos sino con muchos y muchos de ellos conocidos y alabo a Dios por sus vidas. En este sentido tiene mucho peso la palabra de Dios cuando el profeta Isaías mencionó y dijo por palabra de Dios: (Isa. 56:3-7):” Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí yo soy árbol seco. Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá. Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos”. Que grande nuestro Dios, que no hace acepción de personas y hace ver que el extranjero, el que no era de su pueblo, el que no tenía nada que ver con los pactos y la promesa, que no tenían esperanza, al extranjero que le busca y que le sigue, encontrará un lugar donde acobijarse, donde refugiarse, donde encontrar esperanza y vida, Dios no le apartará, no le hará a un lado, Dios le dará un lugar y cuánto más recibirá si obedecemos sus preceptos y sus mandamientos, a los que caminen en su voluntad, a los que pongan a Dios primero en sus vidas, Dios será el Dios de ellos, el Dios de Israel les abrirá y dará un lugar entre sus escogidos y en su casa, por ello menciona que su casa será  casa de oración y adoración para las naciones; sí,  adoración para aquel que ha tenido misericordia de nosotros, aquel que nos ha mostrado su gracia y su bondad, aquel que nos ha de ver ya no como extranjeros o advenedizos, si no como hijos, hijos suyos, hijos de Dios. Y oración y que en cualquier momento que le busquemos, él estará siempre por nosotros. Todo esto se logra por fe, fe en la persona de nuestro Señor Jesucristo que es el medio que Dios ha dejado para que todo aquel que en él crea tenga esperanza de vida, tenga un lugar en la casa de Dios, tenga un nombre y una nueva posición, la de hijo. Por ello cuando nos presentamos delante de Dios, en su casa, hemos de venir con gratitud y alabanza, dándole honor y gloria a aquel que abrió sus puertas para usted y para mí. No hay nada que nos haga dudar que alguien no tiene cabida en Dios, en la familia de Dios, pertenecemos a una gran familia, la de los redimidos, la de los salvados, la de los escogidos, ¡Gloria a Dios! Escogidos que estaremos delante del cordero de Dios quién ha hecho posible su adhesión a esta gran familia: (Apo. 7: 9-10, BLS):” Después de esto vi a mucha gente de todos los países, y de todas las razas, idiomas y pueblos. ¡Eran tantos que nadie podía contarlos! Estaban de pie, delante del trono y del Cordero, vestidos con ropas blancas. En sus manos llevaban ramas de palma, y gritaban con fuerte voz: 'Nos ha salvado nuestro Dios, que está sentado en el trono, y también el Cordero….(v.17):  'Dios secará todas sus lágrimas, y los cuidará el Cordero que está en medio del trono, así como el pastor cuida sus ovejas y las lleva a manantiales de agua que da vida”. Manantial del cual bebimos y encontramos salvación para nuestras vidas, encontramos un Padre, un Señor, un Pastor que nos pastoree y cuide. Hoy unámonos como escogidos y salvados de Dios, dándole honor y gloria a aquel que ha hecho posible todo esto: Jesús, Señor y salvador de nuestras vidas, al Padre que nos amó y nos escogió con amor eterno, al Espíritu quién nos hizo entender todas estas cosas. ¡Celebremos al Dios de las naciones!, celebremos a aquel que ha hecho posible que aunque vengamos de diferentes naciones, tenemos el mismo Padre, el mismo salvador y el mismo consolador y sintámonos orgullosos de pertenecer a esta gran familia, la familia de Dios.


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