16 Dec
El ministerio de la Intercesión.

Hay ministerios a ministerios, ministerios que sin duda y sin excepción son de mucha bendición y edificación para el pueblo  de Dios. Pero hay un ministerio que no es muy llamativo ni muy visto, pues no se hace al frente o delante de los hermanos de una congregación, no ni siquiera se hace en tiempos establecidos dentro de las reuniones de cada iglesia y es el ministerio de la intercesión. Ministerio que se hace en muchas ocasiones a solas, en tiempos dónde se encuentra solo el intercesor con Dios, en horas donde muchos descansamos o haciendo otras actividades, ellos están orando e intercediendo.

El pasaje es muy significativo especialmente por el contexto de lo que está sucediendo: Dios está por mandar un castigo al pueblo de Israel, a su pueblo y esto como resultado de su desobediencia, de su apatía y dejadez, en palabras de Dios: (v.6): “Tu me dejaste, te volviste atrás; por tanto yo extenderé sobre ti mi mano y te destruiré, estoy cansado de arrepentirme”. Duras palabras que salían de parte de Dios, pero es de ver como Dios les había hablado a su pueblo y ellos no habían querido escuchar. Dios mandaría su juicio que ya estaba determinado hacer, y exclama (v.1): Si Moisés y Samuel estarían e intercedieran por el pueblo el juicio ya está determinado (paráfrasis).


Hay un punto muy determinante en esta expresión, pues a la mención de estos dos grandes siervos de Dios, en su momento también había juicio y guerra, y estos dos hombres de Dios intercedieron a favor del pueblo, para que Dios detuviese o no mandase el juicio ya establecido para ellos. Dios los escuchó y les extendió su misericordia y gracia. Como muy bien lo dijese el Salmista en el capítulo 99:6 “Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, Y Samuel entre los que invocaron su nombre; Invocaban a Jehová, y él les respondía”. Son dos grandes ejemplos que vemos de como estos hombres se pusieron en la brecha a favor del pueblo, a favor de los que morían, a favor de los necesitados, a favor de aquellos que juicio vendría sobre ellos pero ellos se interpusieron cual sacerdotes y Dios los escuchó (Ex. 32:11-12, 1 Sam. 7:9).


De ahí lo que podemos aprender sobre este ministerio: Primero la intercesión es ponerse a favor de otro o de otros. Como muy bien lo dice su concepto: Intercesión es la intervención o mediación a favor de otro. Segundo: Es un llamado espontáneo no impuesto que el intercesor desarrolla ya que entiende la urgencia de orar e interceder por otros. Tercero: El intercesor está dispuesto a sacrificar su comodidad, su tiempo, sus recursos, su misma vida por otros. Como en el caso de Abraham con Sodoma y Gomorra, Aarón cuando el juicio de Dios vino sobre el campamento de los Israelitas y hubo mortandad este corrió poniéndose entre los vivos y los muertos, Ester presentándose ante el rey Asuero para interceder por su pueblo y librarlos de su exterminio. Cuarto: Su oración es de ruego, de súplica rogando a Dios por misericordia y gracia a favor de otros. Quinto: La oración e intervención de ellos puede cambiar el curso de la historia a favor por los que intercede. Sexto: Por sobre todo ellos están pensando en Dios, en su gloria, en su celo, en su santidad y fama. Cómo es Dios conocido y cómo se debería de dar a conocer. Séptimo: los intercesores no están pensando en tener un nombre o posición, saben más bien que su premio o recompensa es ver el favor de Dios a favor de o por los que interceden y que el nombre de Dios sea puesto en alto. Octavo: Ellos saben impactar en los cielos, abrir las ventanas de los cielos a favor de otros, porque son conocidos en los ámbitos espirituales, Dios los conoce y saben quiénes son, Satanás los conoce y saben quiénes son, ángeles y demonios los conocen y saben quiénes son, son guerreros de Dios, son soldados especiales de los ejércitos élites de nuestro Dios, no son quizá muy atractivos pero sus armas son poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas (2ª. Cor. 10:4).


UNA RED DE APOSENTOS ALTOS (Del libro La Revolución de Elías)

En 1 Reyes 17:17-24, justo antes de su dramática confrontación con los profetas de Baal en el Monte Carmelo, Elías le devolvió la vida al hijo de una viuda pobre. El profeta llevó al niño al aposento alto donde él vivía, lo colocó sobre la cama, y se extendió sobre el cuerpo del niño tres veces. Y oró: "Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él" (1 Reyes 17:21 b). Dios escuchó la oración de Elías y le respondió: el niño volvió a la vida.


Una experiencia similar ocurrió en la vida de Eliseo, el hijo espiritual de Elías en la siguiente generación. Una vez más, había muerto el joven hijo de una mujer viuda. La mujer había sido muy bondadosa con Eliseo, y Dios la había bendecido con un hijo. Ahora el niño estaba muerto. Cuando Eliseo entró al cuarto del niño, donde este yacía en su cama, cerró la puerta y oró a Dios: "Después subió y se tendió sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca de él, y sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre las manos suyas; así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor. Volviéndose luego, se paseó por la casa a una y otra parte, y después subió, y se tendió sobre él nuevamente, y el niño estornudó siete veces, y abrió sus ojos" (2 Reyes 4:34-35).


El llamado es que los creyentes lleven a los niños , adolescentes a esta generación de  "muertos" al "aposento alto" y se "tiendan" sobre ellos en oración. Para que haya esperanza de salvar a nuestros jóvenes y toda esta generación, es necesario que haya una red de "aposentos altos". El infierno ha lanzado con tal ira su odio y su destrucción sobre esta joven generación que la oración "normal" no servirá. Los creyentes deben ir más allá de las formas comunes de actuar y extenderse en oración y ayuno por la salvación de esta generación; para "levantarla de entre los muertos", por decirlo de alguna manera. De hecho, creamos que puede realizarse un gran milagro. ¿Qué le parece que la Iglesia sea levantada de los muertos? ¿Qué sucedería si comenzaran a formarse redes de "aposentos altos" en todas las ciudades, en todas las iglesias y en todas las escuelas, donde padres e hijos se reunieran para ayunar y orar para que los jóvenes se levanten de entre los muertos y traigan el avivamiento a su nación? ¿Qué sucedería si tres generaciones se unieran en una temporada continua de oración y ayuno por el cambio y la salvación de su nación”.


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