13 Jun
El renuevo de Jehová.

Aquí tenemos una nueva alusión al remanente de Israel que habrá pasado por la prueba del fuego (Cap. 3-4), quedando así purificado (ver 61:11: palabras que hacen referencia a esto es producir y brotar), es la misma (Deut. 11:1). La alusión también es diferente. Aquí se refiere a todo Israel; en 11:1 se refiere al rey Mesías de la dinastía de David. Es el vástago que nace de un árbol o una rama cortada. Como señal de que Dios había escogido a Aarón, su vara “había reverdecido, y echado flores, y arrojado r., y producido almendras” (Núm. 17:8). El término es utilizado para señalar restauración y renovación (“Vendrán días cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará r. Israel, y la faz del mundo llenará de fruto” [Isa. 27:6]). El Mesías es llamado “el renuevo.” (“He aquí, yo traigo a mi siervo el renuevo.” [Zac. 3:8; 6:13]). Dios prometió: “He aquí que vienen días... en que levantaré a David renuevo  justo, y reinará como Rey.... y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jer. 23:5-6). En (Isa. 11:1) también promete: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”. El Señor Jesús es “la raíz de David” (Apo. 5:4, 22:16).

Pero quiero hacer referencia especialmente en el pasaje de Isa. 4, dónde se deja ver de como Dios hará, cambiará, renovará, transformará a su pueblo, a sus escogidos, a su remanente fiel. La imagen distorsionada de un pueblo alicaído por el pecado, la desobediencia, cometiendo cosas impensables y contrarias a la voluntad de Dios, esta será cambiada, pero no de sus fuerzas o buenas intenciones. Este es el punto, nadie puede cambiar por sí solo, o que por sus fuerzas quisiera acercarse a Dios, o por lo bueno de sus obras o excelente moral (si se tuviese) nadie puede llegar o crear su propia justicia para acercarse a Dios. Esto es imposible, ya que el hombre en su naturaleza caída por su desobediencia de actuar contrariamente a Dios jamás podrá justificarse ante él, de ahí que necesita la intervención divina, la bondad y la misericordia de Dios para el ser humano, para sus escogidos que verán su gracia actuando sobre ellos en su peor circunstancias o situación, Dios se acordará de su pueblo, verá sus gemidos, oirá su clamor, se acercará e intervendrá por su gran amor, por ser sus escogidos, su pueblo, su remanente (Ex. 2:24-25, 3:7-8), en ese actuar de Dios sobre sus escogidos, a esto se le llama: Restauración de la imagen divina, y es lo que la raíz (el renuevo de Dios) hace en la vida del hombre. A la luz del pasaje vemos no que solo lo transforma o la restaura (v.3-4),limpiando o lavando todas sus inmundicias (de la raíz sucio comparado con el excremento) eso es lo que hace el renuevo en el hombre que se apega a la bondad y a la misericordia de Dios; pero va más allá, Dios mismo, su renuevo, este también a su pueblo lo respalda, lo protege lo cuida, le da sombra y protección contra el calor, lluvia o tempestad (Isa. 4:5-6). Esto es muy especial, porque me hace reflexionar sobre nuestra vida y realidad el día de hoy, en qué sentido: ¿Cómo le va a usted sin Cristo (que es el renuevo de Dios) en su vida? ¿Cómo enfrenta sus tempestades o días agitados o abrumados por el afán o la desesperación e intranquilidad? ¿Qué será de su vida y de los suyos en el futuro? ¿Hacía donde encamina su vida y la de su círculo más íntimo si sigue viviendo de esa manera o actuando desenfrenadamente como lo hace el día de hoy? ¿Cree que su vida de bonachón o moralidad le harán justificarse delante de Dios, cuando la imagen de Dios en su vida está distorsionada por sus pecados o errores? Habrán más preguntas pero el punto es que estoy seguro de que si usted no pone su confianza, se seguridad de vida en las mejores manos, en Cristo, usted está en grave peligro, su presente está tambaleándose y su futuro es incierto. Cuando nos damos cuenta de toda esta realidad y reflexionamos, debemos de ser sinceros, no estamos bien, necesitamos de ayuda, necesitamos de la intervención de Dios, y es aquí donde de veríamos de volver nuestra mirada al cielo, levantar un clamor de ayuda, un clamor cómo los discípulos de Jesús en medio de la tempestad dijeron al Señor (Mat. 8:23-27): “¡Señor sálvanos que perecemos!”, este es el clamor que usted y yo estamos convidados a levantar en esta mañana, un clamor de ayuda, un clamor de auxilio, un clamor que me hace reconocer mi limitada humanidad y me hace reconocer su poder por sobre todas las cosas. Este es el clamor para un pueblo decaído por las presiones de la vida, el clamor de un pueblo que ha llevado una vida desenfrenada por el pecado y la desobediencia, el clamor de sus escogidos que aunque caminan con él también en un momento de debilidad le hemos fallado, el clamor de sus escogidos pidiendo su intervención en alguna necesidad, este es el clamor de este día, levantémoslo con todas nuestras fuerzas al que todo lo puede, a aquel que pude reprender la tempestad y darnos gran bonanza, paz y sosiego a nuestra alma. El mesías, el renuevo, Cristo, Jesús él es la respuesta para todos y para todo, amén.




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