Del libro, En la búsqueda de Dios: “Consecuentes con la existencia de Dios, han existido siempre quienes procuran alcanzarlo, La historia está llena de sus historias individuales. La mía es apenas una de tantas. Las historias de este tipo se pueden leer como mapas, planos o guías que llevan al Lugar Santísimo, o a lugares de acceso a los cielos. Los que procuran la presencia de Dios trascienden al tiempo y a la cultura. Proceden de todo trasfondo imaginable. Vienen de cada época existente en el tiempo... desde Abraham el errante pastor, Moisés el tartamudo adoptado, y David el pastorcito. A medida que el desfile del tiempo continúa y aparecen más nombres hasta llegar al día de hoy. En realidad sólo la historia podría decirnos los nombres de los decididos buscadores de Dios, pero ahí están. ¿Es usted uno de ellos?
Dios espera ser atrapado, justamente por alguien cuya hambre de su presencia excede su capacidad de alcanzarlo. Los que procuran su presencia con ahínco tienen mucho en común. Básicamente no están interesados en acampar en una verdad polvorienta, conocida por todo el mundo. Persiguen la fresca presencia del Omnipotente. A veces su búsqueda provoca el gesto escéptico de la Iglesia existente, pero generalmente son quienes la guían desde un lugar de aridez y sequía hasta el lugar de la presencia misma del Señor. Si usted es uno de los que procuran la presencia de Dios, no se contentará con seguir simplemente sus pisadas.
Las seguirá hasta lograr alcanzarla. La diferencia entre la verdad y la revelación de Dios es muy sencilla. La verdad es donde Dios ha estado. La revelación es donde él está. La verdad es las huellas de Dios, su rastro, su senda. ¿Que nos llevan a dónde? Nos llevan a Él.
Tal vez las multitudes se contenten con saber dónde ha estado Dios, pero los verdaderos buscadores y perseguidores de Dios no se contentan con conocer sus huellas o sus verdades; quieren conocerlo a él. Quieren saber en dónde está y qué está haciendo en este momento. Es triste que la mayor parte de la Iglesia, como aquel famoso detective de ficción, porta en su mano una gran lupa y estudia dónde ha estado el Señor. Por supuesto un cazador puede descubrir mucho si estudia las huellas de un animal. Puede determinar en qué dirección va, cuánto tiempo hace que pasó, su peso, si es macho o hembra, y así muchas otras cosas. Infortunadamente, la Iglesia de hoy gasta mucho tiempo y mucha energía en debatir dónde ha estado Dios, cuándo estuvo en determinado lugar, su peso en ese entonces y hasta su género. Para los verdaderos buscadores de Dios, estas cosas son insubstanciales.
Desean correr rápida y ardientemente en la senda de su verdad, hasta arribar al punto de la revelación, en dónde él existe en el presente. Quien procura la presencia de Dios quizás se emocione con alguna verdad empolvada, y tal vez se conmueva al determinar el peso o la intensidad de la Gloria experimentada en la senda, y el tiempo exacto de su ocurrencia en el pasado.
En este Salmo David está huyendo de su hijo Absalón que se sublevó quitando el trono o pretendiéndolo así, y es ahí donde David huye hacia el desierto de Judá y es en este momento donde escribe este salmo.
En nuestro búsqueda de Dios, debemos de preguntarnos: ¿Verdaderamente tengo una ardiente deseo de querer acercarme más a Dios, anhelar más de su presencia o voy por la vida mayormente ocupado en otras cosas que no son Dios y nada que ver con él?
En esa búsqueda David lo describe de la siguiente manera:
2. (v.1b): “Dios mío eres tú”: Nos hace ver la relación íntima, estrecha y cercana que tenía o deseaba tener David con Dios. Como la de un padre con su hijo, la de un esposo con su esposa, la de un novio con su amada por expresarlo de alguna manera pero que sin duda alguna no tiene comparación.
3. (v.1c): “De madrugada te buscaré”: El reflejo de una búsqueda insaciable, que indica diligencia o esmero, una búsqueda interminable y cercana de conocer más a Dios y de Dios. Lo hace ver:
4. (v.1d): “Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela”: Una búsqueda completa y total. Sin reservas, es darnos y entregarnos en todo y por todo. Es una búsqueda total como se mencionó sin reservas ni condiciones.
5. (v.1e): “En tierra seca y árida donde no hay aguas”: Un búsqueda donde Dios sea mi primera opción y no mi último recurso. Es donde en los peores momentos y difíciles circunstancias de nuestras vidas, saber en quién confiar.
6. (v.6): En esa búsqueda encontraremos dos propósitos o veremos dos resultados:
Conclusión.
“La teología cristiana enseña la gracia preveniente, que, dicho brevemente, significa que el hombre, antes que busque a Dios, Dios está buscándole. Antes que el hombre pueda pensar bien acerca de Dios, debe haber en él una iluminación interior. Esta puede ser imperfecta, sin embargo, el hecho existe y es la causa de todos los anhelos, búsquedas y oraciones subsiguientes. Buscamos a Dios porque él ha puesto en nosotros deseos de dar con él. "Nadie puede venir a mi —dijo el Señor Jesús- si mi padre celestial no le trajere" Y es esa atracción de Dios lo que nos quita todo vestigio de mérito por haber acudido a él. El impulso de salir en busca de Dios emana del propio Dios, pero el resultado de dicho impulso es que sigamos ardorosamente en pos de él” (A.W. Tozer, La búsqueda de Dios).