12 Feb
Haz como él te dijere

“Tómale y vela por él, y no le hagas mal alguno, sino que harás como él te dijere”: Son las palabras del aquel rey, emperador y conquistador que le hacía ver a su capitán de su ejército sobre las instrucciones de cuidar y resguardar la vida de aquel profeta de Dios. Si el profeta Jeremías, él que había anunciado que Jerusalén sería sitiada, conquistada y destruida, y así fue. En medio de la turbación, de la crisis, del caos y del dolor me hace ver como aquel que Dios había llamado, escogido y preparado para una obra especial, él tendría cuidado de su vida, de su futuro, y su ayuda vendría de quién menos se esperaba ; de sus conquistadores. No hay duda Dios siempre nos sorprenderá.


Y el cuidado no solo se hace ver en resguardarle la vida , sino que va más allá. Nabucodonosor le hace ver a su capitán que debería de hacer en base a lo que Jeremías le indicará: “Haz como el te dijere”. Sin duda la palabra se cumple que  es Dios quien inclina el corazón del hombre para donde él quiere (Prov. 21:1). Aunque no todo siempre fue así para la vida de Jeremías, este había tenido oposición del sistema político (rey y príncipes), religioso (Sacerdotes, profetas), civil (gobernadores y demás pueblo); era una oposición casi en su totalidad de todo el pueblo, él tuvo que sufrir desprecios, azotes, marginación, encarcelamiento, hambre, burla, calumnia, etc. La pregunta es: ¿qué es lo que lo hizo mantenerse de pie y firme en sus convicciones?: Fue su llamado, su amor, su conocimiento de quién era el que lo  había escogido y preparado: Dios. También el amor a su Dios, su fidelidad a su consagración y conocimiento que tenía de Dios, de su comunión y caminar con él. Jeremías sabía que Dios era su fuente, su fuente de vida, fuente de agua viva y  eterna (2:13).


Esto hace que hombres como Jeremías mantengan firme su llamado, a pesar de lo que pueda venir y sufrir en el camino en que se desarrolla su ministerio o vida. A pesar de las circunstancias difíciles que se puedan vivir como hijos y siervos del Altísimo. Pero que también no todo es dificultad y sufrimiento, hay alegrías y satisfacciones al saber y conocer de aquel a quien se sirve y se honra es fiel en su palabra y promesas. Dios le hacía ver a Jeremías que el camino de  su ministerio no sería fácil, pero le hace recordar su resguardo y respaldo para su vida y su ministerio: “Yo estoy contigo, dice Jehová para librarte” (1:19).


Muchos años después de iniciar su ministerio, esta palabra se estaba cumpliendo en la vida de este hombre, ya que él era el portavoz de Dios con respecto a lo que vendría y vino para Jerusalén, esta era sitiada y conquistada; pero la palabra para su profeta se hacía ver: Dios le daba su vida por botín.


En el nuevo testamento hay un hombre que al igual que Jeremías, también sufrió mucho con respecto a su ministerio, fue fiel hasta el final al punto de decir esas preciosas palabras al punto de morir “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” :  Sí, es Pablo, un hombre fiel, fiel a su llamado, fiel a su Dios, también Dios cumplió sus promesas con respecto a la vida de este servidor y le resguardó su vida hasta el momento de haber cumplido su misión. Por lo tanto Dios es fiel para con sus hijos, para con los que él llama, él nos hado nuestra vida por botín, vida que ya no nos pertenece, le pertenecemos a él; vida que va más allá de lo terrenal, ya que hemos bebido de la fuente de agua viva que es Cristo que los que hemos tomado de ella, viviremos eternamente con él en las moradas eternas que él fue a preparar con anticipación.


Vivamos  y sirvamos fielmente al que nos formó, al que nos conoció desde antes que naciésemos, al que nos apartó y consagro para su servicio y nos dio como portavoces a las naciones: Dios, es el que nos ha dado nuestra vida por botín y ha resguardado nuestra vida y alma en él. Esto significa beber de las fuentes de las aguas, no apartarse ni negar su fe, vivir para Dios, vivir en los propósitos y voluntad de Dios. Hacer para lo que hemos sido formados: Portavoces de la gloria de Dios. Jesús se los hizo ver a sus apóstoles: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Luc. 12:32). (En Memoria de Pr. Salvador Erroa, portavoz de la gloria de Dios).




Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO