13 Aug
Se tú nuestro brazo cada mañana

Cada día es un nuevo reto para cada uno de nosotros, no por demás el Señor nos dijo en su palabra que deberíamos de no afanarnos y de vivir el día a día, pero hay días de días, y me refiero a esos días donde las fuerzas nos hacen falta, esos días donde no hay ánimo para seguir adelante, esos días que creímos que nunca llegarían o que pasarían de largo sobre nosotros, pero no , llegaron y nos afectan, y nos afectan tanto que hasta algunos han caído en depresión. Sí, es una palabra que creemos que no sucede en los hijos de Dios, pero la realidad es otra y esto por diferentes motivos y circunstancias donde se nos es difícil generalizar, pero que es una situación que afecta, afecta. Y es este versículo una de esas joyas para el pueblo de Dios, joyas como lo es toda la palabra de Dios, palabra que nos hace ver lo que Dios puede y hace por cada uno de nosotros, Palabra que cambia nuestra día, nuestro entorno, cambia nuestra perspectiva de ver las cosas, donde quizá el temor nos ha embargado, donde el pesimismo es aquel que es parte de nuestro diario vivir, donde la renuncia se ha anidado en nuestra mente y corazón; pero la palabra del Señor viene y nos vivifica. Este verso es un manantial de aguas para el alma sedienta, para el alma necesitada, para el corazón afligido y turbado, para aquel que necesita nuevas fuerzas y que no encuentra de donde obtenerlas, para aquel que sabe que ese día lo ha afectado, esa noticia, esa situación y que en su interior se ha derrumbado. Hoy la palabra del Señor nos dice en (Isa. 33:2): “Oh Jehová, ten misericordia de nosotros”, este es un clamor, no es una mera expresión, es un grito del alma, del alma afligida, del alma atormentada, es el grito de los desahuciados, de los que ya no tienen según ellos esperanza, pero si la hay. Este es un grito de “Señor ayúdanos”, es el clamor de un Jairo que estaba perdiendo a su hija, es el clamor de una madre viuda a enterrar a su hijo en Naim que no sabe qué pasará con ella cuando todo lo ha perdido, es el clamor de Bartimeo tirado en la desventura y necesidad y que decir de su ceguera, es el clamor de diez leprosos que escuchan que Jesús está pasando por su ciudad y que saben que él puede hacer algo por ellos, es el clamor de sus discípulos que en lo más fuerte de la tempestad exclaman: “Señor ayúdanos, no tienes cuidado que morimos”. Eso es, este es el clamor de todos ellos y quizá sea el nuestro, pero él puede hacer algo, y lo hará, Amén. La siguiente frase es: “A ti hemos esperado”, lo que expresa el profeta es el hecho de que si hay alguien en quien podemos confiar totalmente y ese es nuestro Dios, él es a quién podemos acudir confiadamente. Hebreos lo dice de la siguiente manera: (Heb. 4:16): “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. No desmayemos, acerquémonos cual hijos delante de nuestro Padre y supliquémosle al Todo poderoso que tenga misericordia de nuestras vidas, que haga algo por nosotros y en nuestro favor, por su gran amor y misericordia, sin duda alguna él nos escuchará. Y en esos días en los que fuerzas no hay, es ahí donde deberíamos recordar esta expresión: “Tú, brazo de ellos en la mañana”. Que precioso es esto, él es el que nos levantará de donde hoy estemos postrados, él nos levantará cada mañana, cuando la fuerzas nos hayan abandonado, él será ese aliciente, esa fuerza para usted y para mí que día con día necesitamos, no hay duda que esto sucede aunque no lo veamos o no lo quisiéramos ver él nos da de su fuerza, nos vivifica, nos reanima cada día especialmente cada mañana. Si usted es uno de los que ya no tienen ese propósito de la vida y en lugar de esta se siente morir esta es su expresión: “Se tú el brazo que me levante de mi condición”, que me levante de esta cama, que me levante de esta calamidad, que me levante de esta coyuntura que es pesada carga, él puede, ¡claro que sí! Y termina el verso diciendo: “sé también, nuestra salvación en tiempo de tribulación”. Hay muchos en este momento que están pasando grandes tribulaciones: algunas de ellas por enfermedad, otros de tipo financiera, otras de ámbito familiar, etc. Cualquiera que sea el caso, tribulación es tribulación. ¿Qué hacer en ese tiempo? ¿A quién acudir? ¿Cómo será el desenlace de esta situación? ¿Qué o quién nos podrá ayudar?  La palabra es tan pertinente para nuestra situación el día de hoy que la expresión lo dice por sí sola: “Dios es nuestra ayuda, Dios es nuestra salvación”. Él es nuestra esperanza, él es nuestra respuesta. En mi tribulación, él tiene que ser el todo, en quién me apoye, y espere. Hoy en es buen día para hacer de la palabra de nuestro Dios, esa palabra que nos reanime, que nos aliente y que nos de esperanza. Gracias Dios porque siempre en tu palabra encontraremos esas joyas, joyas o perlas que vienen de ti para un pueblo necesitado, angustiado, atribulado, pero que nos hace ver que hay un Dios, un Padre, un Salvador y Señor. A él acudimos, a él levantamos nuestro clamor y oración en este día.



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