25 Jun
Todavía su mano está extendida.

No era una expresión de esperanza o de alivio por las circunstancias que se estaba viviendo como pueblo de Israel, era una expresión de Juicio, de juicio de parte de Dios para su pueblo y Asiria, tenía que ver por su arrogancia, por su soberbia, por su desobediencia y apatía a los preceptos establecidos por Dios y como ellos habían hecho caso omiso de cada uno de los principios que Dios quería que tuviesen en cuenta para sus propias vidas, con el único fin de que tuvieran confianza y estabilidad no en sus propias fuerzas sino en él, que supieran elegirle a él por sobre todas las cosas, que honraran su nombre y diesen alabanza a aquel que les había llevado hasta ese lugar, a aquel que les había sostenido aún en los peores momentos de sus historia, pero al igual que hoy nos pasa a nosotros también somos un pueblo olvidadiso, somo un pueblo de poca memoría, rapidamente se nos olvida quiénes somos y aquién nos devemos, somos un pueblo que facilmente cambia sus valores y principios (si es que se tienen) por cualquier corriente de este mundo al punto de llegar a caer en un adulterio espiritual, y esto se da al dejar a Dios e irnos en pos de lo pagano e inmundo. El Señor no podia sopotar más tal actitud que decide actuar, si ,actuar no a favor sino en juicio contra su propio pueblo y contra Asiria. En el capítulo 9 y 10, especificamente en los versos 12, 21 y 10:5, se termina con la misma expresión: “todavía su mano está extendida”, esto tenía que ver con varios aspectos refente a lo que él Señor haría: Primero: No había marcha atrás con lo que Dios había dispuesto hacer, y esto como una lección de vida para su pueblo y Asiria, tocante a su rebeldía extrema ya que viendo lo que vendría muy bien lo describe el (9:13): “el pueblo no se convirtió al que los castigaba”, no había arrepentimiento, no existía una pisca de humillación en sus corazones, estaban tan ensoberbecidos que creian poder salir adelantes por ellos mismos, lo expresaban así (9:10): ““No importa que hayan tirado los edificios de ladrillo; nosotros construiremos otros, y los haremos de piedra. Han derribado los árboles de sicómoro, pero nosotros plantaremos cedros”. Al igual que ellos en muchas ocasiones nosotros actuamos de la misma manera, aunque no lo expresamos abiertamente lo dejamos reflejar con nuestros actos y actitudes ante nuestro Dios. Creemos que somos capaces de todo y que nunca necesitaremos de Dios, no nos damos cuenta que muchas de las cosas que probablemente vienen a nuestra vida son por nuestros actos de sobre estimarnos a nosotros mismos , confiar en quienes somos y lo que tenemos, cuando como muy bien lo dijo el Señor Jesús en el mensaje a la Iglesia de Laodicea en el libro de Apocalipsis (3:17): “Porque tú dices, Yo soy rico y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”, son palabras fuertes pero son expresiones que lo que se trata es de hacer reflexionar a su pueblo a su iglesia de su mal proceder. Pero me temo que en muchas ocasiones está tan enraizado la soberbia en nuestras vidas que no lo podemos ver, mucho menos aceptar. En segundo lugar se trata de un Juicio sobre la cabeza, o sea, sobre los que tienen autoridad, sobre los que deciden, sobre el liderazgo. Juicio venía sobre ellos y la palabra es muy explícita: (9:14-16): La cabeza son los ancianos, la cola los profetas, todos ellos actuaron soberbiamente delante de Dios, engañando al pueblo y tomando malas  e injustas decisiones (9:16, 10:1-4) no hay exclusión, el pueblo por igual cuyos gobernadores actuaban de la misma manera. Hoy en día pareciera que es el mismo patrón aquellos que están en autoridad y aquellos que dicen hablar por Dios y que no hay en sus vidas temor de Dios, ellos también serán juzgados, para ellos, para nosotros es este llamado, de cuidar primeramente de nuestra vida para luego cuidar del rebaño que Dios ha puesto en nuestras manos, debemos de buscar siempre confiar y depender totalmente de Dios , no hay otra manera, y que nuestras decisiones vayan acompañadas de ese temor reverente de hacer las cosas con la sabiduría que Dios nos da. No debe de existir en ningún momento en nuestra vida, el orgullo o la sobre estima por sobre los demás, recuerde solo somos siervos al servicio del reino de Dios y debemos de hacerlos de la mejor manera. Al mismo tiempo recordar que la palabra que se da, no es nuestra palabra y ésta debe de ir respaldada siempre por Dios, pero en ella se debe de reflejar el respaldo de Dios y la autoridad delegada por parte de Dios en nuestras vidas. Por todo ello es que el Señor les hace ver a su pueblo y al pueblo de Asiria que su mano estaba todavía extendida sobre ellos, no para bendecirlos sino para hacerles recordar que vendría un juicios sobre ellos ; pero con todo y eso el Señor se guardaría de un remanente, remanente que no son los muchos por eso es remanente, siempre serán los pocos, pero que por ellos se dejará ver la bondad y la misericordia de Dios, que por su fe y su confianza no en ellos mismos sino en Dios, él será para ellos, él será por ellos y para su pueblo: (10:20-21): El Dios fuerte, el Dios Admirable, Consejero, Padre Eterno , Príncipe de Paz (9:6), vendría el momento en que las tinieblas se tornarán en luz , vida en lugar de muerte, gozo y alegría en lugar de pesadumbre y dolor, gloria en lugar de yugo. ¡Sí! la mano extendida no será para juicio, si no por consuelo y reposo. Humillémonos y busquemos de todo corazón al Señor Dios, busquémoslo en verdad y veremos su amor, su gracia y bondad para con nuestras vidas.



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