13 Dec
Una palabra que quedo en la mente pero no en el corazón.

Luto, soledad, tristeza, clamor, vergüenza, confusión, requebrajo, ofuscación son algunos de los calificativos que en los versos del 1 al 6 encontramos que el pueblo de Dios estaba pasando: había una causa: Sequia, obviamente esto es por falta de lluvia, pero esta recuerde en su entorno como en el nuestro en todo lo demás de nuestras vidas es espiritual: Habían caído en una sequia espiritual cuyo resultado se veía en todo lo que ellos eran y en lo que tenían y por supuesto de cómo vivían, estamos hablando de una sequía extrema al punto climático que no había agua ni siquiera para el consumo básico que se necesita a diario en nuestras vidas, si no había agua que era lo más preciado en ese momento para la existencia humana y por ende para ellos, estaban muriendo y no solo ello, también los animales y sus crías. Todo estaba muriendo.


Era un punto difícil para la vida del pueblo de Dios en este momento. Son esos momentos al igual que a ellos muchas veces en nuestra vida pasamos si es que no estamos viviendo en esa calamidad el día de hoy. Quizá no sean nuestros mejores días, no hay nada para vivir, todo escasea, todo falta (en todos los sentidos: material, emocional entre otros)  y al igual que ellos estamos sobre viviendo el día adía, y eso es algo pues probablemente algunos ni siquiera eso: Hay resquebrajo, confusión, disolución, tristeza, desesperación, y soledad.


Existía una causa, como también sucede en nuestras vidas: (v.7): Ellos los sabían, ellos lo conocían, seguramente lo habían escuchado de sus padres, de sus líderes civiles y espirituales, lo sabían, lo conocían, lo tenían en su mente, pero esa palabra nunca bajo o hizo el efecto que debería de hacer la palabra de Dios en nuestras vidas y corazones,  y no por lo viva y poderosa que es la palabra de Dios el día de hoy, sino más bien por la dureza del corazón del pueblo. Y hoy esa palabra que conocían y la sabían muy bien estaba siendo una realidad en sus vidas. Al igual que ellos muchas veces nosotros mismos actuamos de la misma manera como el pueblo en ese entonces. Hacemos de la palabra de Dios, como si fuese nada más una mera expresión, una mera frase o expresión para “llenar” algo en nuestras vidas, o en muchas ocasiones creemos que son solamente sugerencias si es que se llega por lo menos a ese nivel , cualquiera que fuera el caso, Pero nunca la vemos como un mandamiento a cumplir o tomar en cuenta y ese fue el tremendo error del pueblo de Dios, nunca la tomamos en cuenta, nunca la obedecimos y de ahí los resultados.


En el libro de Deuteronomio 11 el Señor le dijo a su pueblo, les dio las condiciones de tomar en cuenta su palabra, de obedecerla y cumplirla, de amarla ,abrazarla enseñarla y trasmitirla a las generaciones venideras;  todo para que; para que les fuese bien a ellos y a sus hijos, para que sus días fuesen prolongados y nada les faltara. Como se mencionó, sabían esto, lo conocían, lo aprendieron seguramente de memoria, lo tenían en su mente, pero esta palabra nunca bajo al corazón, en otras palabras no la obedecieron y de ahí lo que el Señor mismo les había mencionado en este momento (v.13-14): “Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos….yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía, y recogerás su grano, tu vino y tu aceite”.

Pero esto no era una realidad en ellos en este momento. Por ello cuando el profeta Jeremías les hablaba de parte de Dios, había una causa: Sus rebeliones (Jer. 14:7): Esa rebelión de ir en contra de Dios, de no tomar en cuenta a Dios, ni sus principios ni mandamientos, de ahí de nuestra sequía como bien lo menciona (2 Cro. 7:13): “Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo” , Dios lo mando y lo permitió, todo consecuencia de nuestra desobediencia.


Entonces cual sería nuestra actitud ante esta situación: A la luz de lo que hizo el profeta Jeremías en nombre del pueblo de Dios: (v.7b): Apelar al amor y la misericordia de Dios, apelar a que Dios actúe en nuestra condición, (v.8) Reconocer que solamente él y solo él es nuestra esperanza y solución, que sólo él es el que nos puede ayudar y sostener en esta condición en la que estamos, (v.20): Reconocer nuestra soberbia y humillarnos delante de Dios, confesar nuestros pecados y esperar que su gracia (v.21) se deje ver en nuestras vidas.


Si esta fuera nuestra realidad el día de hoy , hoy es un buen día para rogar al padre que mande su lluvia, que no tarde, y que su amor y su misericordia se haga ver en nuestras vidas, perdonando nuestras rebeliones y dureza de corazón, y que hagamos de su palabra la guía que necesitamos todos los días de nuestras vidas. Si lo hacemos no dudo que su lluvia no tardará sobre nuestras vidas, sobre nuestra situación , sobre nuestra calamidad y sequía. Escucha Dios nuestro clamor el día de hoy y no tardes por favor, sana nuestra tierra y manda tu lluvia sobre nuestras vidas, sobre nuestros hogares, sobre nuestros matrimonios, sobre todo lo que somos.  Amén.



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