18 Nov
Una situación de causa y efecto.

¿Porqué me pasa esto?, ¿Porqué las cosas no pueden ser diferentes? ¿Acaso Dios se olvido de mí? ¿Si realmente Dios me ama porqué permite que me sucedan todas estas cosas? Estas y otras preguntas de este estilo, son las que muchas veces resaltan en nuestras vidas, pero muy pocas veces por no decir casi nunca nos detenemos a reflexionar o a preguntarnos el porqué de ellas o el porqué de la situación en la que nos encontramos. Y esta era el énfasis especialmente del profeta Jeremías en este pasaje: (4.18): “Tus caminos y tus obras te hicieron esto”: En otras palabras como lo dice la NVI: “Tu conducta y tus acciones te han causado todo esto. Ésta es tu desgracia. ¡Qué amarga es! ¡Cómo te ha calado en el propio corazón!”. Esta era  una triste y dura realidad en la que el pueblo  de Dios estaba. Su situación no era la mejor y entiéndase esta por no vivir su mejor momento o estar en el mejor estado de su vida. De la misma manera muchos viven en estados difíciles y tristes realidades el día de hoy, no pasan sus mejores momentos en nada y muy claramente lo describe la palabra: Desgracia y amargura, Y hay quienes tratan de huir o pretenden escapar de esto, muchos lo aparentan muy bien pero Dios, ellos y los que están cerca saben que no son buenos tiempos. Muchos tratan de sobreponerse o acobijarse a su trabajo, y pasan horas y horas pero no hay satisfacción, otros en el alcohol o las drogas tratando de opacar su tristeza pero al pasar el efecto de esta vuelve una vez más la dura y triste realidad  y ahora su presente viene a ser peor; otros tratan de solucionar su desgracia y buscan afectividad en relaciones momentáneas o pasajeras viviendo nada más el momento si pensar  en su futuro, y así podemos seguir describiendo como muchos tratan de solucionar y cambiar su situación. Pero mientras no vean y pongan su atención en lo que desencadeno todo esto, a lo cual llamaremos CAUSA, mientras no lo vean y le pongan la atención debida el efecto siempre estará allí y por su puesto las consecuencias no serán las mejores. De ahí el llamado de parte de Dios por medio del profeta Jeremías a su pueblo, a través de los primeros capítulos (2-4), vemos las causas por lo que ellos estaban viviendo, y ahora al estar en la desgracia y amargura esto eran nada más las consecuencias de sus mismos actos. Actos que se ven muy bien reflejados a través de las palabras descritas que son la causa de su estado: (v.2:13): “Dejaron a Dios y buscaron sus propios medios para sobrevivir (cavaron  cisternas rotas”, en otras palabras pusieron su confianza no en Dios sino que en hombres, (3:3)” Por esta causa las aguas han sido detenidas, y faltó la lluvia tardía; y has tenido frente de ramera, y no quisiste tener vergüenza”: se volvieron limitados, escasos , vidas secas o estancadas y lo peor que se cae en situaciones vergonzosas y pareciera que ya no les sorprende nada o mejor dicho no les molesta ni les afecta hacer las cosas que hacen perder todo pudor, honor y pisotean su nombre, el de su familia y no se diga el de Dios. (2:19-21): El pueblo rápidamente se olvidó de lo que Dios había hecho por ellos y su respuesta fue: “No serviremos a Dios”, Dios les hace ver que su maldad y su rebeldía serían sus propios jueces y estas les condenarían.  Por ello cuando llegamos al verso 18 del capítulo 4, el Señor a través del profeta le dice a su pueblo: “Tu camino y tus obras te hicieron esto”, no fue Dios, no fue lo duro de la vida, no es mala suerte, son nuestros malos caminos, nuestro mal proceder, nuestro mal actuar y todo esto por su  desobediencia, apatía, indiferencia, soberbia, el haber dejado a Dios, todo esto ahora nos ha pasado factura. Por ello el llamado de Dios a su pueblo, y es increíble que solamente en estos tres capítulos Dios le hace una y otra vez este llamado: (3:1f): “Vuélvete a mí”, (3:7): “Y dije, después de hacer todo esto, se volverá a mí”, (3:12): “Vuélvete oh rebelde”, (3:13): “Reconoce pues tu maldad”, (3:14): “Convertíos hijos rebeldes”, (3:22): “Convertíos hijos rebeldes y sanaré vuestras rebeliones, (4:1): “Si te volvieres oh  Israel, dice Jehová, vuélvete a mí. Y si quitares de delante de mi tus abominaciones, y no anduvieres de acá para allá”, (4:4): “circuncidaos a Jehová, y quitad el prepucio de vuestro corazón”. Es increíble cómo Dios quiere y deseaba restaurar la vida, si situación de la triste, amargada, frustrada, vacía vida de su pueblo, al igual que el día de hoy. Pero la realidad fue otra, la respuesta del pueblo fue un rotundo: NO, por ello el titulo de desvergonzada. La triste y sorprendente conclusión de Dios fue: (4:22): “Porque mi pueblo es necio, no me conocieron; son hijos ignorantes, y no son entendidos, sabios para hacer el mal, pero el hacer el bien no lo supieron”. Entonces por que nos quejamos de nuestra situación, si esta es un resultado de causa y efecto. Si tú deseas cambiar esto solo hay una salida: Volverse a Dios, esto es el todo de nuestra vida, de nuestro presente y de nuestro futuro. Pero recuerde la máxima: “Cada quien decide como quiere vivir”.


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