05 Feb
Una vida de compromisos y convicciones firmes.

Hace unos meses atrás estaba sentado escuchando a un hermano de cierta iglesia que en su exposición de la palabra hablaba de como en una ocasión, en una de esas fiestas de navidad de su lugar de trabajo había cedido a la presión de grupo y de sus jefes que en primer lugar le habían “obligado” a estar ahí, le presionaron a bailar y tuvo que hacerlo y todo según mencionaba él , lo hizo para no perder su trabajo y no quedar mal con su grupo, pues él era el jefe de un departamento y con los que departían. Me impresionó lo que estaba escuchando, no porque no diga que no podemos fallar en algún momento de nuestra vida o de nuestra debilidad humana, que no es simplemente una excusa para justificar nuestros yerros o debilidades; sino porque, como la audiencia se lo tomo: Primero como algo gracioso, que no debería de ser; como algo justificable como de alguien que dice: bueno si mi maestro o mi guía lo hizo, creo que también yo puedo hacerlo; o quizá tomando una actitud de frialdad o displicencia como de decir: bueno no interesa, todos hacemos los mismo, no hay nadie perfecto, etc. O como otros dijesen: “una canita al aire” o “un disparo se le puede ir a cualquiera”, queriendo justificar la actitud.


Lo triste e impresionante para mi no fue escuchar un: Hermanos esto no debe de ser así, o estoy avergonzado de lo que hice, jamás volvería a ir a una de esas fiestas y no exponerme a esas situaciones, etc. No, no paso nada de eso, más bien la exposición siguió como que todos asintieran como algo “normal” lo que le había pasado.


Es en este sentido de como el Señor le hace ver al profeta Jeremías de como su pueblo vivía en los tiempos de Joacim, rey de Judá (609-597 AC) de esa manera. Habían perdido todo compromiso y convicción de su vida, a tal punto que habían cedido a sus convicciones y obediencia al Señor, y se lo hace ver de una manera antagónica para con ellos. De como un grupo , el grupo de los recabitas  que eran a ese punto de la historia un grupo que después de más de 250 años se mantenían firmes a las convicciones e instrucciones de su padre Jonadab; aún cuando fueron presionados y tentados a ceder, ellos no accedieron, se mantuvieron firmes en los mandamientos de su padre. Y es ahí el llamado y la exhortación de Dios para con su pueblo y de lo que él esperaba de ellos (v.13-15):”Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová. Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído.  Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis”.


En este sentido podemos ver (Comentario de Biblia: Diario vivir): Existe un contraste vívido entre los recabitas y los demás israelitas: (1) Los recabitas mantuvieron los votos hechos a un líder humano falible. Israel quebrantó su pacto con el Líder divino infalible. (2) Jonadab dijo a su familia en una ocasión que no bebieran y ellos obedecieron. Dios ordenó constantemente a Israel que se volviera de su pecado y ellos se negaron a hacerlo. (3) Los recabitas obedecieron leyes relacionadas con asuntos temporales. Israel se negó a obedecer las leyes de Dios relacionadas con asuntos eternos. (4) Los recabitas obedecieron durante cientos de años. Israel desobedeció durante cientos de años. (5) Los recabitas serían recompensados. Israel sería castigado. A menudo estamos dispuestos a observar costumbres solo en nombre de la tradición, cuánto más debemos obedecer a la Palabra de Dios ya que es eterna.


No hay duda de que hoy en día necesitamos escuchar a Dios, obedecerle y ser firme en nuestras convicciones, en lo que creemos, tener vidas de compromisos, vidas donde nuestra palabra sea un sí o un no (dependiendo el caso), pero debiera ser esta firme y basada siempre en el temor de Dios. Hoy en día estamos en tiempos de relatividad o fluctuación, llevando vidas imprecisas y vacilantes. Debemos de cambiar esto: la palabra nos exhorta en Rom. 12:1-2: Debemos de presentarnos al Señor en sacrificio vivo y santo, no adaptándonos o acomodándonos a este mundo, sino transformándonos por medio de la renovación de nuestro entendimiento”. Entendimiento basado en el temor de Dios, temor que refleja honra, gratitud, compromiso, sinceridad, identidad, propósito y santidad.


Debemos de ser personar de convicción firme como en el caso de la película: “Hasta el último hombre” , que cuenta la historia de un soldado que fue a la guerra ,no matar hombres sino a salvar vidas. Nunca tiró un solo disparo, nunca uso un arma y todo por sus convicciones. La biblia dice (Heb. 10:23):”Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”.


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