02 Jul
Y ahora que

¿Y ahora que?, esta es la pregunta que muchas veces nos hacemos cuando estamos contra la espada y la pared, ¿Y ahora que vamos hacer? ¿Y ahora en quién nos apoyamos? ¿Y cúal será la salida?, estas y otras preguntas nos las hacemos cuando hemos probado todo y nada nos ha dado resultado, hemos intentado todo y nada nos ha funcionado, hemos buscado ayuda por diferentes lados y nadie nos ha respondido, practicamente esta fue la pregunta que se hizo Moab, después de todo lo que, tenía, de todo lo que era, de todo lo que hizo, pero todo a este punto de la profecía era pasado pues su presente no sería el mejor y en su futuro no se vehía muy prometedor, el mensaje del profeta Isaías con respecto a Moab, era un mensaje de juicio contra aquel pueblo rebelde, idolatra, orgullosa y soberbia, muy bien lo expresa el (16:6): “Hemos oido de la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbias, su arrogancia y su altivez, pero sus mentiras no serán firmes”. Esta era la condición de este pueblo, un pueblo arrogante por todas sus victorias que había tenido sobre los demás pueblos, se sentían seguros e intocables, eran tan grande su altivez que se creian por sobre todo y sore todos. Ellos  vivian en esta mentira como muchos hoy en día, pero eso nos les duraría. Pareciera que es la misma historia de todos nosotros en un momento determinado, ya que el orgullo y la soberbia son dos cosas que están tan ligados al corazón del hombre, y esto es independientemente de la condición social, de lo preparado profesionalemnte que pueda ser una persona; como sea, el orgullo siempre lo tendrá el hombre sea este rico o pobre, sea un hombre que viva en los mejores lugares de una ciudad  o en los más deprorables, el hombre siempre será y tendrá su orgullo muy pegado a su corazón, pero la altivez viene dada por los éxitos, triunfos que se tiene y cuanto más se da  van acompañadas de poder, así era el cuadro de Moab y en muchas ocasiones así es el corazón de aquellos que por lo que han logrado creen que no se deben a nadie y que no necesitan de nadie mucho menos de Dios, ahí es donde viene la gran lección y es ahí donde tuvo que intervenir el Señor para con este pueblo, el hacerle ver que lo que ellos eran y lo que habian logrado todo pasaría de sus vidas al punto de ser humillados (15:2-9), dicha humillación se reflejería en llanto, quebrantamiento, gritos de desesperación, luto y desdicha en gran manera, esto para hacerles ver que todo en lo que fundamentamos nuestras vidas de manera equivocada es vanidad, es pasajero y cuánto más cuando hemos hecho de todo eso un altar y un monumento para nuestras vidas, si actuamos de esa manera tarde que temprano al igual que Moab seremos humillados. Recuerde esto lo único que permanece es nuestro Dios, lo único que es eterno es él su amor y su poder, el único de ser honrado y alabado es él, “No a nosotros oh Dios , no a nosotros, sino a tu nombre demos gloria” (Sal. 115:1). Moab sería humillada al extremo, así como fuese su soberbia y altivez de esa manera ella sería trastornada, su alegría, su gozo, se convertiria en gritos de guerra (lamentación), en cansancio y lloro y cuando busquen a sus dioses o sus lugares de adoración, no les valdrá nada, de ahí la pregunta ¿Y ahora qué?, Este el punto reflexivo, habrán momentos en que buscaremos ayuda que no es Dios es nuestra peor condición como muchas veces lo hemos hecho, pero esta vez, no pasará nada, no habrá ninguna respuesta, no tendremos salida, ¿Y ahora qué? ¿Dónde queda la soberbia, el orgullo y la altivez? ¿Dónde quedan todos los apoyos de nuestra vida? ¿Dónde está todo aquello que creímos que siempre nos ayudaría a salir adelante? ¿Y ahora qué? En medio de este juicio que vendría sobre Moab, hago énfasis vendría y vino y muchos lo vieron con sus propios ojos, esto pasó en tres años pero en medio de eso hay una luz de esperanza y está plasmada en el verso 5 del capítulo 16: “Y se dispondrá el trono de misericordia, y sobre él se sentará firmemente en el tabernáculo de David quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia”, hermoso, hermoso, hermoso, aún en su soberbia, orgullo y altivez de Moab se levantaría un rey que le podría dar descanso a este pueblo orgulloso, pero es al que le busque, al necesitado, al que se pregunta ¿Y ahora qué? La respuesta es ese rey, muy bien se aplica a el rey Exequias un hombre que buscó agradar a Dios, en hombre reformador que en sus días Dios hizo cosas maravillosas con su pueblo, a los de Moab que buscaron y apelaron a esa misericordia la encontrarían, aunque solo fue un remanente que lo hizo (fueron pocos, y terminaron humillados) pero sobrevivieron, tuvieron una salida, eso era para ellos en ese momento, pero para nosotros hoy ese rey es nuestro Señor Jesucristo, el que está sentado en su trono, el digno de nuestra alabanza, el único capaz de cambiar nuestro lamento en baile, el único que puede darnos esperanza de vida y de vida eterna, es ese Dios que al que les busque no quedará defraudado, donde nos conviene venir humillados y prostrados para alcanzar misericordia y hallar socorro oportuno para nuestras vidas. Háganos a un lado nuestro orgullo, soberbia y altivez que lo único que traerá en nuestras vidas será dolor, lamento, tristeza, esta no dura para siempre, lo único que permanece es nuestro Dios, él está sentado en su trono , listo para hacer justicia y otorgar misericordia al que le busque, sin duda alguna hoy es un buen día.


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